Allá por el año 1.900 Marcel Duchamp (Francia, 1887) se atrevió a pintar un bigote a la Mona Lisa de Da Vinci creando así una de sus obras más conocidas. Cien años más tarde, Manolo Valdés (Valencia, 1942) realizará unas esculturas de Las Meninas de Velázquez que están viajando por ciudades del mundo entero.
Es cierto que todos los artistas buscan inspiración en los Grandes Maestros, pero abro el debate: ¿hay que utilizar una obra de renombre para así darse a conocer? Hoy en día es muy difícil destacar. ¿Qué se valora para poder exponer en un museo o que tus obras se adquieran por cifras desmesuradas en una subasta? Estoy indignada con la versión de La Piedad de Miguel Angel realizada por el artista Jan Fabré (Bélgica, 1958): Una calavera sustituye el rostro de la Virgen María, y nos muestra un Jesucristo vestido, que es un retrato del propio artista sosteniendo un cerebro en su mano. El cuerpo muestra signos de descomposición y diferentes insectos asoman por la piel. Según Fabre viene a representar el sentimiento de la Virgen al querer "cambiarse" por su hijo, pero yo sólo puedo expresar indignación y reafirmar que el mundo del arte se esta convirtiendo en un mercado y se utilizan este tipo de obras para crear expectación y morbo. Así, en la Bienal de Venecia, tienen público asegurado. Si Miguel Angel levantara la cabeza...
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