Seguro que conocéis al polifacético Jeff Koons (Pennsylvania, 1955) por el perro de flores, Puppy, que custodia el Museo Guggenheim de Bilbao, pero lo que no conocéis son sus orígenes como artista, ya que se dio a conocer haciendo una serie erótica con Cicciolina, la famosa actriz porno, que fue su mujer durante dos años. Ahora que es un artista consagrado se avergüenza de estos inicios y en las ruedas de prensa prohíbe que se hable de ese tema, pero fue lo que le llevó a la fama. Su obra se destaca por el uso del kitsch, que es el tipo de arte que es considerado como una “copia inferior de un estilo existente”. Es por esto que Koons ha sido demandado muchas veces por violar los derechos de autor, cosa cierta.
Es un artista que se aprovecha de la sociedad consumista en la que vivimos, y aunque a veces se burla de ello, también se aprovecha de la fama, dinero y estilo de vida que esto le da. Personalmente me recuerda mucho a Andy Warhol, del que hablaremos en otro post. Lo que es cierto es que es un tipo de arte que genera en el espectador una sonrisa, y el colorido que utiliza te llena de energía. Me gustan mucho sus lienzos monumentales, tipo collages que recuerdan anuncios de televisión, aunque hay que decir que no los pinta él personalmente, ya que según dice, los crea a la manera de Rubens: él da la idea, y otros se lo pintan...
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